sábado, noviembre 11, 2006

TODOS EN CONTRA DE LA PUBLICIDAD POR EL TELÉFONO

Federico Zurita Hecht

Javier Miranda, Leo Caprile y hasta los candidatos de la última elección presidencial se acostumbraron a llamarnos por teléfono; los dos primeros para promover concursos, los últimos para promoverse a ellos mismos. Y todos nos preguntamos ¿Quién les dio nuestros números?

Suena el teléfono en la casa de Valentina Pineda (20). Eso no tiene nada de raro, sucede todos los días, varias veces. Pero por lo meno una vez por semana la persona al otro lado de la línea es Javier Miranda o Leo Caprile. Ninguno de los dos es amigo de Valentina ni de algún otro miembro de su familia, de hecho ni siquiera son ellos los que hacen los llamados, pues lo que se escucha es una grabación de sus voces promocionando concursos o productos. En las grabaciones Javier Miranda lanza de inmediato su típico “A-TEN-CIÓN” y Leo Caprile promociona un concurso del Carrier 122. El concurso se desarrolla de la siguiente forma: el que recibe el llamado debe oprimir la tecla uno de su aparato telefónico y automáticamente, mediante un cargo de mil quinientos pesos en su cuenta de teléfono, comienza a tener posibilidades de ganar un automóvil cero kilómetros. “Lo que se me pasa por la cabeza es, para qué me levanté a contestar”, dice Valentina, quien afirma cortar apenas se entera de que se trata de uno de estos spam telefónicos, como los define ella. “Debe ser un spam, igual que con los e-mail, pero por teléfono”, señala, “porque una vez que recibes un llamado, se hace eterno, acá es una vez por semana por lo menos”. Si nadie contesta, los llamados quedan guardados en los buzones de voz y el usuario debe pagar por recuperarlos, sin saber que está rescatando estos spam telefónicos de su buzón. Otra técnica usada por las empresas, para garantizar que los llamados sean recibidos, es llamar después de las 19 horas o los fines de semana.

A Marta Tabilo (36) lo que le molesta es que la despierten de la siesta; y durante el año pasado, en período de campaña electoral, le molestaba que la llamaran los candidatos por los que no pensaba votar. No mucho mejor se sentía cuando llamaba su candidato, pues advierte que no necesitaba escucharlo, de todos modos ya tenía claro que votaría por él. A Taina Ide (34) durante su prenatal, lo que le fastidiaba era moverse a contestar para luego de tres segundos, identificado el tipo de llamado, cortar. Marta y Valentina, con mayor movilidad corporal, también cortan de inmediato y ahora ninguna puede distinguir qué producto es exactamente el que promocionan los famosos que tanto llaman. Pero otra cosa sí está clara, todas se hacen la misma pregunta: “De dónde habrán sacado mi número”.

Ximena, ejecutiva de cuentas de un banco y quien prefiere, para no ser identificada, no dar su apellido ni el nombre de la empresa donde hoy trabaja, da una pista al respecto. En su trabajo anterior, en el City Bank, su función era realizar llamados telefónicos ofreciendo algunos de los servicios que este banco tenía a disposición y para eso se le facilitaba una base de datos que el mismo banco había comprado. Señala, también, que esa base de datos era antigua y compara: “una amiga trabajaba en otro banco que había comprado unas bases ‘filete’, con la información de dónde tienen cuenta los clientes, cuánto ganan, propiedades y vehículos a su nombre, teléfonos comerciales y particulares”. Esta filtración de información, que se traduce en inseguridad en la privacidad de las personas, no es otra cosa que un tráfico de bases de datos.

Es a través de esta venta o tráfico de bases de datos que las empresas que realizan publicidad telefónica con voces de Caprile, Miranda y otros, consiguen los números telefónicos a los que llaman. Un sistema automatizado genera los llamados a los números contenidos en ese listado digital y la periodicidad de estos. Es por eso que los llamados se presentan semana a semana. Pero cómo combatir con la transferencia de esta información privada. Pese a la existencia de la ley 19.628 del año 1999, que regula la protección de la vida privada, ésta no especifica quién puede controlar el tráfico de antecedentes y por tanto la regulación de la transferencia de esta información privada se vuelve difícil.

En efecto, el vicepresidente del Senado, Jaime Naranjo (PS), al ser consultado de cómo protegerse para no figurar en estos listados digitales que violan la privacidad de las personas, señaló: “Las bases de datos ya existen y se comercializan de una u otra forma, por lo cual, considero que no entregar los datos a un encuestador o apoyar campañas de recolección de firmas, son hechos marginales actualmente. El problema a solucionar es cómo lograr que este tipo de datos que ya existen no sean mal utilizados o lo sean abusivamente, para esto, hay que restringir su uso”.

Para llevar a cabo el control y la restricción del tráfico de esa información es importante conocer de dónde provienen las bases. El senador Naranjo advierte que las empresas compran estos datos al Servicio del Registro Electoral, al Servicio de Impuestos Internos (SII) y a DICOM, entre otros, pero la vulnerabilidad de la privacidad aumenta al constatarse que existen múltiples instituciones y empresas que se nutren de los antecedentes personales de sus clientes. Sólo hay que reparar en que siempre estamos entregando nuestros datos al solicitar tarjetas de crédito, al comprar teléfonos celulares, al hacernos clientes de tiendas de almacenes, supermercados, aseguradoras, bancos, isapres, AFP, clínicas, etc. Con este caudal de información moviéndose, las empresas pueden determinar perfiles de conducta de los clientes y focalizar las campañas. De esta forma se explica cómo algunas personas pueden recibir créditos pre-aprobados de bancos y financieras de los que no son clientes.

Consciente de este caudal de datos difícil de controlar, el senador Naranjo está empeñado en regular los llamados publicitarios que invaden la privacidad de las personas; para eso ha presentado al Congreso una moción que permita modificar la Ley del Consumidor, mediante la cual los propietarios de teléfonos fijos o celulares tengan la facultad de bloquear cualquier tipo de llamado no deseado. “Al mismo tiempo”, agrega el senador, “se propone que la Subsecretaría de Transportes y Telecomunicaciones determine una línea exclusiva para que las empresas realicen este trabajo. Como por ejemplo la línea 600. De tal forma que el usuario pueda bloquear definitivamente este tipo de llamadas”. Si la ley es modificada, las empresas que infrinjan la normativa tendrán multas de hasta 50 UTM; esto, advierte Naranjo, para que “a las empresas publicitarias que realizan este tipo de llamadas no les salga tan ‘barato’ violar la ley”. Por supuesto, los futuros candidatos a algún cargo público que infrinjan esta norma, están incluidos.

Sin embargo, si es que la ley es aprobada los usuarios que no bloqueen este tipo de llamados seguirán recibiéndolos, pues según lo señalado por el Senador Jaime Naranjo, la ley regulará los llamados y no la transferencia de información. De esta forma, los datos de las personas seguirán siendo manipulados con la misma libertad y desorden con que se ha hecho hasta ahora y es muy probable que las empresas que realizan su publicidad por teléfono (y los candidatos que también lo hacen) busquen una nueva forma de llegar a sus potenciales clientes, determinados de acuerdo a la cruza de los datos adquiridos en estas transacciones no reguladas.

Al menos, si esta moción se convierte en ley, Valentina podrá tener la seguridad de que en su casa sólo se recibirán llamados telefónicos de personas que están en conocimiento de su número porque ella o algún otro miembro de su familia se los ha dado. De Javier Miranda y Leo Caprile no sabrán más, al menos por el teléfono.