viernes, agosto 25, 2006

echando a perder un buen tema

EL ETERNO JUAN LUÍS MARTÍNEZ

Muerto hace trece años el poeta viñamarino ha logrado capturar la atención de un reducido pero fiel grupo de seguidores, quienes han corrido la voz de lo inusual, de lo particular, de la leyenda del autor de La nueva novela, el libro más caro de la poesía chilena.

“No te puedo prestar el libro, pero si quieres puedes venir a leerlo aquí, en mi oficina, donde mis ojos te vean”, dice Matías Ayala, Licenciado en Filosofía, luego de que uno de sus alumnos en la Universidad Alberto Hurtado le pide prestado su ejemplar de La nueva novela, el primer libro de poemas publicado por el poeta Juan Luís Martínez, en el año 1977. Es que no se trata de cualquier libro, sino de una de las obras más originales producidas por algún autor nacional; uno que además vivió en un permanente intento por desaparecer como autor, residiendo siempre en provincia, alejado de los círculos literarios y manteniendo una férrea reticencia a ser fotografiado y a dar entrevistas.

Martínez conoció a cada uno de los compradores de su libro y luego de su muerte, en 1993, fue su propia viuda, Eliana Rodríguez, la que se hizo cargo de su ‘distribución’, si es que se le puede llamar así al sistema que utilizó y que más bien consistía en no hacer nada y esperar a que los compradores llegaran. Y por cierto, llegaron. Se corrió la voz de la existencia de este libro que costaba más de 100 mil pesos y que era uno de los más originales de la poesía chilena. Hoy el libro puede ser encargado en la librería Metales pesados por 160 mil pesos. Esto y otros elementos, como el interés de unos físicos extranjeros por la obra de Martínez y los comentarios del crítico de El Mercurio Luís Vargas Saavedra, acerca de que este poeta y su obra no eran más que un invento de Pedro Lastra y Enrique Lihn, avivaron el fuego del mito. De invento, nada.

Uno que otro dato. Juan Luís Martínez nació en la ciudad de Valparaíso en el año 1942, sólo cursó estudios escolares hasta séptimo básico, con el beneplácito de sus padres ((hablar con Eliana Rodríguez acerca de este dato)) , sin embargo, gozó de una educación apropiada en su hogar, que lo introdujo en la filosofía y otras humanidades. Algunos años después se dedicó a recorrer las calles de Viña del Mar y Valparaíso en moto. Fue precisamente, luego de un accidente en este vehículo, que en su convalecencia decidió dedicarse a la literatura, luego de leer a Lewis Carroll y a Vicente Huidobro. La nueva novela apareció publicada en el año 1977, bajo su propio sello, Ediciones Archivo, y al año siguiente apareció su objeto poético La poesía chilena, que era una pequeña caja que contenía en su interior fotocopias de los certificados de defunción de Pablo Neruda, Gabriela Mistral y Vicente Huidobro. Casi no se movió de la quinta región y salió de Chile en una sola ocasión, invitado por el gobierno francés ((CK la fecha con Eliana Rodríguez)). Martínez murió el año a causa de una enfermedad… ((hablar con Eliana Rodríguez acerca de la enfermedad de Martínez))

Mito o realidad. “Se dice que unos científicos de la NASA vinieron a hablar con Juan Luís Martínez, porque su poesía hablaba de principios fundamentales de la física”, dice Felipe Gonzáles, un lector aficionado a la obra de Martínez. “No sé si de la NASA, yo sabía que eran unos científicos, pero no de la NASA y que no vinieron, que sólo le escribieron una carta”, señala Matías Ayala al ser consultado sobre este asunto. Y en efecto, el mismo Martínez lo comenta en una de las pocas entrevistas que dio, poco antes de morir, a María Ester Roblero, para Revista de Libros de El Mercurio, pero advierte que la visión de esos científicos le quitaba el humor a su poesía.

Cristóbal Joannon, compilador de Poemas del otro, volumen aparecido el 2003, que recopila textos inéditos más las pocas entrevistas que Martínez dio, es uno de los que conoció a este poeta y que posee uno de los ejemplares de La nueva novela, pero él la recibió como un regalo de la misma Eliana Rodríguez, luego de la muerte del poeta. Joannon tenía sólo 16 años en 1993, cuando conoció a Martínez, y supo del riguroso control de circulación que éste llevaba sobre su obra. “La nueva novela es una reflexión acerca del libro”, advierte Joannon, “es un reflejo acerca de sus límites, porque el libro no sería solo aquello que ocurre desde la página 8 o 9 hasta que se acaba el texto, sino que el libro es el total, la tapa y la solapa también son el libro”. Y agrega, “La circulación del libro también es parte de la obra, por eso Martínez sabía quien tenía cada ejemplar”.

El crítico de El Mercurio Luis Vargas Saavedra señaló que Juan Luís Martínez y toda su obra eran sólo un invento de Pedro lastra y Enrique Lihn. A él esto le pareció muy gracioso ((hablar con Luís Vargas Saavedra de este asunto del cual aún no estoy en condiciones de comentar por falta de información))

“Sé que para conseguir La nueva novela hay que buscar a la esposa de Juan Luís Martínez en Quilpue y concertar una cita para tomar once junto a ella, en la que hay que explicarle los motivos de porqué quiere uno tener el libro, y si uno la convence te lo vende, sino, adios”, señala Jaime Campos ((hablar con Eliana Rodríguez para contrastar esta información elocuentemente exagerada))

¿Y por qué tantos mitos en torno a la figura de Juan Luís Martínez? Cristóbal Joannon trata de ensayar una respuesta: “Mientras menos información más mitos, porque respecto a Lihn hay harta información y no hay mitos”. Es una posibilidad de que los intentos de Martínez por desaparecer en función de priorizar su obra hayan sido los responsables de esta construcción de imagen. “Es curioso”, agrega Joannon, “estos movimientos muy calculados y estratégicos de Martínez tuvieron un efecto muy imprevisto, su voluntad de desaparecer tuvo el efecto de convertirlo en algo magnético”

Vida después de la vida. ¿Y hasta cuando durarán los mitos? Joannon reflexiona acerca de esta pregunta: “Yo pensé que Poemas del otro podrían haber terminado con el mito, pero veo que no”.





Información adicional:

Soledad Fariña se fue repentinamente fuera de Santiago, pero vuelve el lunes y me recibirá. Ya lo tenemos conversado

Por fin tengo el teléfono de Eliana Rodríguez. Cuando leas esto, Alfredo, posiblemente ya la tenga contactada.

Luís Vargas Saavedra sigue sin contestarme los e-mail y cada vez que lo llamo me dicen que no ha llegado o que ya se fue. Creo que le voy a ir a hacer guardia.

No sé muy bien cómo introducir la información que me entregó Thomas Harris.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola.
Encontré esta página por mera casualidad. No sabía que había existido éste tipo(J.L.M.) y me está dando curiosidad, o interés; quizás gracias a la imposibilidad de quedar satisfecho de palabras. Sí, quién comprendiese!

Creo que nos conocemos, o nos conocimos, y hoy, sólo somos nombres. Sí, porque la verdad es que no nos conocemos; por lo menos tengo seguridad de que por mi parte apenas sé de ti lo mínimo de alguien con quien compartiese clases. Y no sé si me conoces más allá de lo mismo. He creído muchas veces que es posible conocer a alguien por lo que escribe. Recité, recuerdo, ante una sala amplia, medianamente llena.
Yo estaba con una sensación de vacío, como ir cayendo por un túnel negro. Era como estar en el estrado del Juicio final,'leyendo' una defensa ante lo que estaba allí (¿lo lográs ver también?), (y que crees conocer más allá de la luz que te encandila).
Y leí:
"Sur de Ítaca,
es tiempo que
abras el codobago,
Sur de Ítaca,
es en este preciso momento,
Sur de Ítaca, ¡Dile!
- No.
- Dile, llámalo por su nombre.
- ¿Y cómo se llama?
- No lo sé. Sólo lo que se te ocurra... no sé, lo que sea.
- Olvídalo.
- Hazme caso, mira, a esta distancia no te será necesario alzar tanto la voz. Tiene tantos nombres que uses el que uses te apuesto a que se voltéa y mira hacia acá.
- Federico!
(El hombre siguió caminando, sin siquiera inmutarse por el grito)
- No seas idiota, ¿cómo se te ocurre llamarlo por tu nombre?!
- Me dijiste que usase cualquiera, y fué el primero que se me vino a la mente.
- Mira, está mirando algo en la calle, ¡ahora es tu oportunidad!¡Llámalo o dará media vuelta en la esquina!
- Jonathan!
(El hombre, que ya se había incorporado y comenzaba a caminar frenó bruscamente y se volteó)
- Te lo dije! Viene hacia acá.
- ¿Se llama Jona...- no pudo hablar, porque boquiabierto miró cómo el hombre sólo se había volteado para recoger lo que había hallado en el piso. Y tomándolo, giró por la vereda y desapareció).

viernes, octubre 13, 2006 6:43:00 a. m.

 

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