viernes, agosto 11, 2006

se dice, se dice

Hace algunos días tuve una conversación con Matías Ayala. Me dijo que Juan Luís Martínez efectivamente se había convertido en una figura de culto y que muchos de los incidentes que avivaron el fuego de la mitología en torno al poeta eran ciertos. En primer lugar –y aunque nada de espectacular- ha llamado la atención de que un sujeto como Martínez haya decidido mantenerse al margen de todo circuito literario –académico o comercial- y que efectivamente sus libros eran difíciles de conseguir porque a él no le interesaba difundirlos y que, aunque a veces los vendía muy caros, en otras ocasiones simplemente los regalaba. Eso se contradice con lo que un ex ayudante de Cristian Warnken, en la Universidad Finis Térrea, le contó al poeta Felipe Gonzáles (ganador del concurso de poesía de la JJ.CC. el año 2001 y del concurso de cuentos de Revista Griffo, el año 2005) hace un tiempo, acerca de que, ya muerto el poeta, para lograr comprar el libro había que ir a ver a la viuda, había que invitarla a cenar y que durante la cena había que “engrupírsela” para que vendiera el volumen. Matías Ayala me contó que el libro lo compró hace diez años, es decir tres años después de la muerte de Martínez, y que le costó $ 30.000; caro, pero muy lejos de los $ 100.000 que comentan algunos, o de los $ 500.000 que incluso he escuchado decir. Sin embargo, para Matías los dos libros que él se ha comprado de este poeta (La nueva novela y La poesía chilena) son para él una suerte de tesoro tan importante como algunas primeras ediciones que posee en su biblioteca; lo sé porque se negó a prestármelos, pero para mi consuelo, me dijo que si no lograba encontrarlos en la Biblioteca Nacional, él me permitiría leer sus ejemplares en su oficina, frente a sus ojos. A mí me pareció muy bien, pero primero intentaré ir a la Biblioteca Nacional. Ya me puse de acuerdo con el poeta Felipe Gonzáles para que me acompañe y podamos comentarlos ahí mismo.
Matías me contó esa otra historia de la vida pre-literaria de Martínez, esa que dice que el joven viñamarino Juan Luís, hijo de un sujeto adinerado, se trasladaba por la ciudad en su moto, viviendo al borde de la ley y que luego de un accidente se le descubrió una enfermedad a los riñones que lo obligaría a ser dializado diariamente. Lo importante de este incidente es que en la estadía en la clínica, aburrido hasta el hartazgo, tomó un ejemplar de Alicia en el país de las maravillas y que luego de leerlo decidió que se dedicaría a la literatura. Ese es el comienzo de todo. Otros cuentan esta misma historia, pero señalan que el libro epifánico no fue el de Carroll, sino que fue Altazor, de Huidobro, pero eso no hay cómo saberlo.
Después vinieron las publicaciones, en plena dictadura, y Martínez, por supuesto mantuvo una relación lejana con la prensa, más bien no tuvo relación con los medios periodísticos y la única entrevista publicada en esa época fue una conversación que Martínez tuvo con su amigo Eric Polhammer, quien la publicó sin la autorización del poeta viñamarino y éste dio la amistad por terminada.
Le comenté a Matías mis intenciones de hablar con la Eliana Rodríguez, la viuda de Martínez, y él me dijo que la podía ubicar en una librería de textos técnicos en el centro de Viña del Mar, que era la única que vendía –como únicos textos literarios de su stock- la obra de su esposo fallecido. Le hablé también de mis intenciones de hablar con Luís Vargas Saavedra, el responsable de negar la existencia de Juan Luís Martínez y adjudicarle su obra a Enrique Lihn, pero me dijo que ese había sido el incidente más vergonzoso en la carrera de Vargas Saavedra y que fijo que no querría hablar de eso, que seguramente deseaba mantenerlo en el olvido.
Más abajo un poema, una muestra de la poesía como estructura rígida.

LA DESAPARICIÓN DE UNA FAMILIA (JUAN LUÍS MARTÍNEZ)

1.- Antes que su hija de 5 años
se extraviara entre el comedor y la cocina
él le había advertido: "-Esta casa no es grande ni pequeña,
pero al menor descuido se borrarán las señales de ruta
y de ésta vida al fin, habrás perdido toda esperanza"

2.- Antes que su hijo de 10 años se extraviara
entre la sala de baño y el cuarto de los juguetes,
él le había advertido: "-Esta, la casa en que vives,
no es ancha ni delgada: sólo delgada como un cabello
y ancha tal vez como la aurora,
pero al menor descuido olvidarás las señales de ruta
y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".

3.- Antes que "Musch" y "Gurba", los gatos de la casa,
desaparecieran en el living
entre unos almohadones y un Buddha de porcelana,
él les había advertido:
"-Esta casa que hemos compartido durante tantos años
es bajita como el suelo y tan alta o más que el cielo,
pero, estad vigilantes
porque al menor descuido confundiréis las señales de ruta
y de esta vida al fin, habréis perdido toda esperanza".

4.- Antes que "Sogol", su pequeño fox-terrier, desapareciera
en el séptimo peldaño de la escalera hacia el 2º piso,
él le había dicho: "-Cuidado viejo camarada mío,
por las ventanas de esta casa entra el tiempo,
por las puertas sale el espacio;
al menor descuido ya no escucharás las señales de ruta
y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".

5.- Ese último día, antes que él mismo se extraviara
entre el desayuno y la hora del té,
advirtió para sus adentros:
"-Ahora que el tiempo se ha muerto
y el espacio agoniza en la cama de mi mujer,
desearía decir a los próximos que vienen,
que en esta casa miserable
nunca hubo ruta ni señal alguna
y de esta vida al fin, he perdido toda esperanza".

Fotografía: Juan Luís Martínez y su familia, 1973.

1 Comments:

Blogger Alfredo Sepúlveda said...

Me parece que tienes el foco. El foco es EL libro, o LOS libros de JLM. Raros de encontrar, codiciados y a cien lucas. Con todo respecto por la literatura, recuerda que esto es periodismo. Es decir, aquí lo que hay de "nuevo" y "original" es lo que pasa en torno al "objeto" libro. Deben ser los libros más caros de la poesía chilena. El hecho de que Matías los codicie así dice algo. Habría que ir donde la viuda, de partida, describir el libro. Eso es lo primero. Segundo: quien es JLM, pero para nuestro reportaje esto es, de alguna manera, secundario. Y tercero: HAY que hablar con Luis Vargas Saavedra. Si no quiere hablar, tienes que decir en el reportaje que no quiso recibirte, pero tienes que hacer el intento.
En todo caso, esta es una sugerencia: el foco "JLM está hot" aún es bueno y válido, y lo del libro también se subordina a esa idea.

viernes, agosto 11, 2006 5:27:00 p. m.

 

Publicar un comentario

<< Home